Amaxofobia es el término clínico para la fobia a conducir. Varios estudios apuntan a que uno de casa tres conductores sienten en menor o mayor medida, algún miedo a ponerse al volante, aunque solo en seis de cada cien casos, es tan agudo que supone un impedimento. En ocasiones este miedo deriva de un accidente y superar esta situación no es nada sencillo.
Después de sufrir un accidente de tráfico, es normal que algunos afectados desarrollen algún tipo de miedo a conducir. El término clínico es amaxofobia, y es más común de lo que pensamos, ya que también deriva del estrés o de estar mucho tiempo sin conducir. Algunos estudios apuntan a que un tercio de la población sufre algún tipo de miedo al coche, y que seis de cada cien conductores, experimentan un terrible pánico que les impide arrancar.
Hoy en día, el carné de conducir y nuestro propio coche nos da una libertad tan anhelada como a veces obligada. Si bien nos permite movernos con libertad, a veces es nuestro único aliado para poder desempeñar nuestras obligaciones laborales diarias. Es por eso, que, desarrollar una fobia como la amaxofobia es un tema delicado.
¿Cómo afrontar el problema?
El primer paso para tratar este miedo es detectar la fuente del mismo. En el caso de un accidente de tráfico, esto sería fácil, y debemos enfrentarnos a él.
Si necesitamos superar el miedo a ponernos al volante tras haber sufrido un accidente de tráfico, los expertos recomiendan que nos enfrentemos a ello sin dejar pasar mucho tiempo. Cuanto antes volvamos a montarnos como piloto, menos ansiedad iremos acumulando. Debemos comenzar con pequeños paseos por zonas aisladas y poco a poco echarnos a carreteras en las que coincidamos con otros vehículos.
- Hay que tener en cuenta que superar este miedo requiere de fuerza de voluntad y ganas por dejar atrás el trauma.
- Pide a alguien de tu confianza que te acompañe a poner en marcha el coche por una zona poco o nada transitada (un polígono industrial, una zona residencial, una dehesa).
- Cuando cojas confianza, pasa a zonas en las que te cruces con otros vehículos, siempre acompañado.
Si la fobia es muy aguda, lo mejor es buscar ayuda psicológica. No hay que tener vergüenza, la terapia para este tipo de fobias es sencilla y puede ayudar a que recuperemos la confianza y podamos volver a conducir. Las secuelas de un accidente de tráfico son múltiples, pero debemos trabajar para superarlas todas.